El norte de Perú es desértico, al menos la costa, que es lo que conocemos. Tiene un montón de ruinas, por aquí estuvieron los mochicas, los chimús y una gran cantidad de gente que hacía una cerámica espectacular y una orfebrería que se han conservado hasta hoy, los entierros no eran como los de ahora, en el que con lo que te clava la funeraria sólo le puedes poner al muerto una triste pechera, enterraban a los señores y señoras (haberlas hubo, contra la creencia común) con narigueras, coronas, pectorales, taparrabos, todo de oro y plata y espóndilus, y con mucha otra gente que también se moría ese día, aunque contra su voluntad...). Así, la Huaca (pirámide) de la Luna en Trujillo y el Museo de Tumbas Reales de Sipán (enviamos foto) son espectaculares.
En Huanchaco los mochicas pescaban con barcas de totora, una pajilla que aún usan los pescadores del lugar, es increíble.
En Chiclayo vimos el mercado de Modelo y es espectacular, el marisco aquí es una cosa especial, gigantesca, descomunal....
Hoy comimos conchas de abanico (vieiras) y sudado de ojo de uva (un pescado) delicioso y picantón. Casi siempre el pescado y el marisco se comen en ceviche, cruditos con limón , hierbitas...delicioso.
En el mercado también está la sección de los brujos, donde venden mil remedios para dos mil problemas (de amores, los más necesarios) y ayahuasca, san pedrito y otras drogas sagradas alucinógenas a tutiplén, en rama o en polvos para infusión...
En Canoa, entre otra gente majísima, estuvimos con Raquel y Dani, una pareja muy salá de Girona, y nos reencontramos en Chiclayo, donde compartimos hostal, dos jarras de litro de pisco sour que dicen que es bueno para la resaca y una noche memorable en el karaoke, donde dimos la nota cantando a Paquita la del Barrio, Ska-P, El Fary, Camilo Sesto y así hasta casi emular a todo el lumpen de la canción hispana (aunque también cantamos a los village people ("yo no quiero jamón quiero chope...")
Y, para terminar, os contaremos que en Máncora, pequeña población costera petada de guiris, pastis y buenri, atravesada y dividida en su única calle por la panamericana, nos quedamos atrapaos esperando la debacle debajo de un cartel, si bien Carla se dio al pisco sour y confió al señor nuestro porvenir...