jueves, 28 de julio de 2011

Laundry

Laundry vivía en una casita frente al mar. En la puerta de su morada había colocado un letrero con su nombre, usando para ese fin una letra divertida, desigual e intencionadamente infantil. Todas las mañanas, después de haber dado de comer a las aves de la playa -los gallinazos eran sus favoritos- Laundry tomaba las ropas de todos sus vecinos y se ponía a lavar. Así pasaba las mañanas y, a veces, las tardes. Después cenaba y se iba a la cama, con el pijama bien limpito y anhelando con impaciencia la llegada de un nuevo día para poder lavar la ropita de sus vecinos.

El perro ecuatoriano

El can ecuatoriano tiene un carácter ocioso, perezoso, diríase que perruno. El canecu, abreviaremos, permite que el día transcurra dormitando en la playa y, solo muy de vez en cuando, echa algo parecido a un ladrido, o un quejido, quizá por pereza, quizá porque un mosco molestó al bicho en su siesta. Jugar, juega más bien poco, pesca o caza aún menos... el canecu se contenta con hociquear un mendrugo mojado en sopa de pescado, delicia cocinada que, si bien fue elaborada por y para humanos, en su necesidad el canecu devora como un manjar.
La bestia suele ser delgada, en ocasiones esquelética, confiada y afable con sus vecinos, ya sean humanos, cánidos o felinos, cubre su cuerpo un manto peludo negro o parduzco movido por las pulgas, su envergadura oscila de mediana a grande, es noble, y excepcionalmente cuenta con cuatro patas, un rabo y dos orejas.
Adora la brisa, le pierde el olor del mar, goza con el sonido del batir de olas y nunca se siente verdaderamente acompañado, salvo cuando sueña con flores y mariposas.
El canecu es libre para estar y quedarse, y no mueve una pezuña siquiera cuando le apetece lamérsela.

martes, 26 de julio de 2011

No os preocupéis

Antes de leer nada, no os preocupéis, estamos bien... o eso creemos...


Ahora estamos en Baños ¿de Meca?, y para llegar aquí hemos tenido que salir de Canoa y pasar por algunas aventurillas. No fue fácil salir, nos hicimos fuertes con un grupo ibérico, los locales, aunque más vagos que nosotros, no pudieron hacernos frente. Quedaron algunas secuelas, que podréis comprobar vosotros mismos:


Nos hemos tenido que alimentar a base de insectos marinos:


Cocinados por nosotros mismos..... (bueno, algunos supervisábamos)...



Pero después de tres semanas salimos de la costa y entramos en una preciosa ciudad llamada Latacunga, desde donde marchamos en el autobús de la muelte a Insilivi, acogidos por una familia ultracatólica que sólo estaba interesada en saber si estábamos casados y que intentó envenenar mi comida cuando hablé del matrimonio homosexual ¿quién me manda?

Al día siguiente, bien tempranico y con muda limpia, iniciamos la marcha a Chugchilán, sin mapa ni ostias, Carla y yo, así, a pelo, con dos bemoles ondia....y nos perdimos. Según los lugareños, 2 horas y media. Según mi reloj, siete horas y cuarto. Imaginaos lo que tiene que ser subir y bajar dos peaso montañas de golpe... bien, ahora os lo imagináis pero con montañas andinas, a que flipáis...



Pues eso, que somos españoles, que se note. Y cuando casi habíamos llegado, tras tirarnos por una montaña abajo como un tobogán, después de haber sido rescatados en un río por un chaval con un machete que al cruzar el puente colgante se puso a medio metro de Carla (yo corría, pero es que el machete era muy tocho), haber conversado desde doscientos metros de desnivel con los locales y otras cosas que no cuento por pudor y falta de atrevimiento, cuando llegamos arriba de la penúltima montaña nos encontramos más gente con machete, aunque no salga en la foto...

Pues al tipo de la derecha nos lo encontramos dos días después en Lacatunga de regreso, flipad...

Bueno al día siguiente marchamos a la laguna de Quilotoa, esta vez en coche, mucho viento y frío, pero mu bonico. El chofer nos contó de Correa y el Ecuador actual, mucha gente nos cuenta, pero ahora no diremos el qué, sino cuando salgamos del país y hayamos hablado con todas las personas posibles. Y ya os haremos un relato sociológico de esos que se nos dan tan bien....

Y es que este país es muy pero que muy curioso......

Cuarta dimensión en Canoa (escrito unos cuantos días después)

Las dimensiones "ya mismo" y "ahorita" se confunden con el "aquimismito" en una maraña de cruces con arena de playa, sal, sol y camarones cocinados a todos los estilos. Eso es Canoa. Todo eso y un puñado de personas fantásticas nos ha atrapado en Canoa cual pescaditos del día, y aquí seguimos dos semanas después de poner el pie en este pueblo por primera vez.

Pero mi cultura judeocristiana me obliga a dar parte de las cosas de provecho para el intelecto y/o el espíritu de esta estancia, aparte del moreno, las birras, las risas y el pescadito. Procedo a justificar nuestro uso del tiempo desde una perspectiva más utilitaria... Como la visita a la Isla Corazón, donde las comunidades han comenzado con gran éxito a repoblar el manglar destrozado por las camaroneras, gracias a lo cual miles de fragatas -o "fragatos" en este caso- pueden pavonerase por las ramitas con sus pecheras rojas en esta época buscando pajarilla que se deje hacer.



O el viaje a ver ballenas... Un viaje. Por la espectacularidad de ver a un animal de varias toneladas saltar muchos metros sobre el agua, y por la cara que nos quedó a los cinco aguerridos marinos del cascarón en el que surcábamos los mares cuando a la vuelta nos dijo nuestro patrón Robin (sonCrusoe) a unos kilómetros de la costa que nos habíamos quedado sin gasolina.

sábado, 16 de julio de 2011

En Canoa

Pues eso, estamos en Canoa, un pueblo con una playa interminable que cuando baja la marea queda cubierta de miles de bichos que os juro que en nuestras tierras no tenemos... Peces globo, tortugas gigantes viejitas que vienen a morir a la playa para ser comidas por hordas de gallinazos (buitres feos que campan cual gaviotas), pelícanos, millones de cangrejillos morados y marrones que se esconden en sus huequitos en cuanto te aproximas, unas medusas pequeñitas y azules, parece ser que llamadas aguamalas, de cuya maldad da fe personalmente mi pie derecho, y la estrella de los animales... bautizada por nosotros como "la chirla asesina", de cuya crueldad da fe el pie izquierdo de Ernesto. Para que os hagáis una idea...

Je, je, ahora que lo veo parece la plancha de clavos de Man Ray.
 




martes, 5 de julio de 2011

En Mira

Pues sí, nos encontramos en un lugar llamado Mira, lo habíais escuchado alguna vez? Nosotros tampoco, pero estamos rodeados de gigantescas montañas, al norte de Ecuador, provincia del Carchi, aquí tienen mal de altura hasta las arañas... Estamos con Berta, una maravillosérrima sevillana-cordobesa que está por acá unos meses entrevistando a peña de las comunidades de la zona sobre temas medioambientales y de género.

Esto es todo mu bonico, hay animalicos (perros, gatos, canarios) por todas partes y plantas a tutiplén. Estuvimos en Quito y Carla se lo pasó pipa haciendo rimas (con poquito, con barquito, con marquito, y así un millón de veces -aún continúa la fiebre...). Joder qué puntazo, en Atlanta, después de que nos maltratasen a los dos un poco en el control de inmigración (a Carla más que a mí, flipad, juajua) nos montamos en el avión con Giovanni, un tipo ecuatoriano afincado en Birgingham (Inglaterra) desde hace 16 años, que volvía a casa después de 12 años. El tipo hablaba sin parar y me estrujaba en el asiento, pero eso no es lo importante. Lo mejor es que dos días después nos lo encontramos en el parque La Carolina con su primo tomando cervezas y no quedamos toda la tarde con ellos ayudándoles a vaciarlas. Lo demás no podemos contarlo...

Nos alojamos en casa de Rita y Osvaldo, una venezolana y un colombiano que nos trataron muy muy bien, nos dieron de comer muuucho y muuuy riiico, nos contaron miles de cosas, nos llevaron a unos cuantos lugares, entre ellos a un pub de estilo inglés donde actuaba su hijo, acabamos bailando tomando chupitos de tequila al son de Los Ramones en directo... loco live... y nos llevaron a comer cuy (una especie de rata doméstica con cabeza y patitas del rollo Freddy Crugger).


Fuimos al volcán Cotopaxi, el muy jodío no se dejaba ver con sus nieves perpetuas, todo nublao y mucho frío (cuando subamos las fotos lo veréis, se nos olvidó el cable de la cámara en casa y no tenemos llaves, jeje). Al final nos permitió verlo con su capuchón blanco como esas pastas de té alargadas con azúcar glacé por encima. Decían que el volcán es pudoroso, un Dios que no permite a los extranjeros que lo vean, pero al final se apiadó de los güeritos.

Estuvimos en Otavalo, con su mercado de artesanías. Allí descubrimos que el mantel que le compramos a mi madre en Oaxaca no era de Oaxaca sino de Otavalo, Ecuador, unos kilómetros más abajo. Allí las indígenas van con vestidos preciosos y collares de oro, y ellos visten coleta, sobrero y zapatillas de andar por casa blancas. Nos alojamos en una suite para siete personas, menos mal que las otras cinco no llegaron al hotel esa noche.

Los desayunos y los almuerzos son espectaculares, tanto que no nos queda dinero para cenar...

Qué más contaros, hemos estado en una reserva de frailejones, que no son curas lugareños expulsados de sus hogares, sino unas plantas muy chulas endémicas de este lugar, está petao de esas plantas, es precioso, si no fuera porque la niebla no nos permitió encontrar al guía.

Seguiremos desvariando....