No estamos en contra de ningún gobierno. En serio, ni siquiera del español. Ni siquiera del boliviano. Ni siquiera. Estamos en contra de los continuos padeceres causados a la tierra y los seres que la pueblan, de los ataques a la libertad y de la sinrazón que encierra el hecho de que consideremos natural que unos pocos organicen nuestra vida, nuestra comida, nuestros sueños, nuestra autonomía…
No sabemos nada del gobierno boliviano, del proceso de cambio que aquí está sucediendo, de si las bases apoyan aún a Evo Morales. Cualquier intento de análisis sería, cuando menos, un penúltimo apego al colonialismo.
Sí sabemos, o imaginamos, qué significa aferrarse al poder. Podemos intuir, por empatía o por experiencia propia, qué sienten los guaraníes cuando se les desprecia hasta el punto de que el presidente del cambio les acusa de no pensar, de no saber, de ser sujetos infantiles manipulados por intereses extranjeros. Podemos sentir, mientras, a la Amazonia, su tierra, la de todos, quejándose, jadeando, agonizando mientras algunos de sus hijos la quieren convertir en cemento y deshechos sirviendo a los fines de vastos imperios: el brasileño, el cocalero, el maderero; y al más grande dios: el dinero… mientras tanto, gente alegre vestida de colores, mujeres y hombres, diversas edades, la defienden con pancartas y gritan por ella, que se ahoga y no puede; se les enfrentan los señores del cambio, monocromos, varones, cincuentones, gremiales…
Vemos, comprobamos, cómo se manejan los conceptos de indocumentado, delincuente, clandestino, traficante… cómo se confunden, se moldean, se fusionan para justificar redadas, prisiones, terror, y así aplastar disensos, desarraigos voluntarios, pasiones que vuelan de un territorio a otro para huir, para conocer, para experimentar, para sobrevivir, para tantos y tantos fines como momentos, personas, motivaciones existen.
Somos hijos de la razón, y no la encontramos en esos detalles, sin importancia histórica, aunque vitales para la supervivencia. Y seguimos caminando, igual de ignorantes que ayer, pero envueltos aún más en la duda: nos contaron de los gobiernos que nos representan pero ¿acaso serán necesarios?
Sobre arraigo y desarraigo http://www.myspace.com/ramirezneira
Son necesarias las personas, todas para todas y todas para todas... y no los gobiernos.
ResponderEliminarGracias por el post, hoy el desayuno ha sido más rico.
Os extraño
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