domingo, 4 de diciembre de 2011

Chiquitania (misiones jesuíticas)



Querido blog:

Hace mucho que no te escribo, y lo mismo tú y yo ya no tenemos lectores, ya que es harto probable que los poquitos que nos quedaban se hayan cansado de abrirte y ver la misma entrada milenaria. Por eso he decidido, desde la tranquilidad de un idílico camping con bosque y mar de la Región de los ríos del sur chileno, a la luz de una farola y mientras Ernesto fríe panceta en nuestra súper cocinilla, ponerte al día, caro blog mío.

No me es fácil recordar cuándo fue la última vez que te escribimos. Si no recuerdo mal, fue sobre La Paz y el TIPNIS, pero nos quedaron unos huecos sobre lugares anteriores. Por ejemplo, sobre la visita que hicimos a la Chiquitanía, en la provincia boliviana de Santa Cruz, esa zona levantisca del país que con razón se cree diferente. Pasar del altiplano, plena y orgullosamente indígena, de infinitos horizontes ocres y clima y altura extremas a Santa Cruz, con bosques selváticos y ciudades blancas y ordenadas, es pasar de un mundo a otro. Fue curiosa nuestra incapacidad para recordar el nombre de “Chiquitanía” y dejar de preguntarle a todo el mundo por el transporte a “Chiquitistán”. A esta región a lo que vamos los guiris es a ver unas misiones jesuíticas la mar de bonitas. ¿Recuerdas “La Misión”? Pues allí es donde se rodó.

Lo primero que nos flipó es que como acababa de comenzar la temporada de lluvias, o por el motivo que fuera, había unos bichos de un tamaño descomunal, incluso mayores que los que habríamos de ver en la selva después. Durante todo el día se oía un chirrido como metálico que de noche se agudizaba, y nos preguntábamos si sería un aserradero o alguna industria, pero no, eran los bichos chiquitanos. Había escarabajos del tamaño de un puño, sin exagerarte, querido diario (no estoy con esto insinuando que nadie exagere en lo que te escribe). 

En Concepción, principal localidad de la Chiquitanía, dando un paseo por los campos, nos topamos con esto:


Y no, querido diario, no es que las garras de nuestra terrible historia española hayan llegado tan lejos como a Bolivia, es que parece ser que esas garras tienen similar pinta en todos lados, y el homenajeado es Hugo Banzer, sangriento dictador del país nacido en Concepción. Curioso, ¿eh?

Y por si no fuera poco el parecido entre dictadorzuelos, otras ¿coincidencias? no menos graciosas:



Ahondando en el lado oscuro de la Chiquitanía, vemos que sí, que los jesuitas dejaron unas misiones la mar de majas, pero vamos, que de ahí a glorificarles debería ir un paso, porque deducir que la gente que estaba allí la mar de tranquila viviendo antes estaba ansiosa por abrazar la fe cristiana, es mucho deducir. 
 


La verdad es que las explicaciones de los museos de las misiones eran auténticos poemas que poca justicia hacían a los chiquitanos originarios y su sufrimiento, y como a Ernesto especialmente, todo este rollo llegó a encabronarle ligeramente, se paseaba por las misiones con esta cara:



Llega el momento de cenarse el bocata de panceta. Seguiremos informando.




 

3 comentarios:

  1. Gracias!!!!!!!! POr fin!!!!!!!!!!!!!!!!!! me ha encantado imaginar a Ernesto haciendo panceta y mientras rezuma su olor Carla escribe al caro diario... Chiquitania, parece el nombre en una peli de dibujos animados, de una aldea de un país de enanitos... voy a imaginar con mi infusión y mi chimenea como se sigue desarrollando esa imagen que nos habéis pintado... un abrazo muy grande

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  2. Dios,

    qué estilazo "Querida Susi, querido Paul".

    Un gustlo leeros.

    Besos

    n

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  3. ...madre, que imagen me acabas de traer nacho, de ese libro de el barco de vapor!!!

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