Después de Lima viajamos en avión a Arequipa, según llegamos vimos que era un secarral rodeao no de uno, ni dos ni tres, sino de tres volcanes: el Misti (ese bribón fumador, que todas las mañanas hace círculos de humo, dijo un taxista que se santiguaba cada vez que pasaba por una de las tropecientas iglesias de la ciudad), el Jander y el Morguen.
Pues luego, de cerca, el centro de la ciudad es un pasote, la llaman “la ciudad blanca” porque está construida con un sillar de ese color, y con el Sol reluce hasta dejar ciegos (literal) a sus habitantes. Allá visitamos el Convento de Santa Catalina, un lugar de libertinaje, sexo, drogas y rock’n roll sin consentimiento (?) del Vaticano… resulta que las monjas de clausura eran hijas de los ricachones españoles y se construían sus casicas dentro del convento, llevaban sus esclavos y sirvientas a vivir allí con ellas, disfrutaban de toda suerte de lujos, e hicieron del convento un pueblo de estilo español, con sus calles Córdoba, Sevilla, Toledo, etc. Así hasta finales del siglo pasado, ahora viven unas cuantas como el Papa manda, comunitariamente y en pobreza. Se pueden visitar las casas de las monjas, y es alucinante.
Pero a pesar del discurso oficial, nos dimos cuenta de que las monjas siguen siendo unas cachondas, mirad si no este belén que venden en el convento (esto no es broma), entre otros:
Y como nos daba envidia nos alojamos en La Casa de Melgar, un sitio precioso, con unas habitaciones más grandes que nuestra casa (lo que no es difícil) y varios patios.
Y en Arequipa nos encontramos, así como por casualidad, con los dos fistros que faltaban, Elvira y Javi...
...y después de comer sopa de chuño negro, comida mexicana y beber pisco sours de dudosa calidad, marchamos en grupo a Chivay, en el Colca.
En Chivay nos bañamos en aguas termales de noche, bajo un cartel acusador que decía “prohibido restregarse”, lo que nos incitó a meternos cada uno por una esquina de la piscina y evitar el contacto, incluso visual, con el resto. Poco después alguien nos contó que en realidad quería decir que por favor, la gente no se quitase la roñilla acumulada… Ay, nuestras sucias mentes…
Esa noche, después del baño y al calor de una cerveza, se produjo un evento que ha marcado nuestro viaje, y que sólo la gente que pasa fuera de casa un tiempito conoce: Carla y yo fuimos obsequiados con un paquete de jamón y chorizo de los de verdad, cuya deglución comentaremos oportunamente cuando lleguemos a la fecha en que ocurrió, pues aguantamos estoicamente sin abrirlo cosa así de diez días.
Nos despedimos de los donantes de prosciutto, Elvira y Javi, y al día siguiente el pelotón nos fuimos al pueblo de al lao, Yanque, a otros baños termales, y la verdá mu bien, no os vamos a engañar.
Por la mañana temprano del día de después no trasladamos a la Cruz del Cóndor, en un autobús de turistas ¡jarl! A ver, os ponemos en situación: imaginad una final de Copa de Europa Barça-Madrid y un documental de Félix Rodríguez de la Fuente, tirando al águila después de haberle atao a las patas un carnero…. Pues eso, los cóndores buscando los fileticos mientras miles de personas sacan su cámara y durante dos horas no paran de tirar fotos y hablar y reír en alto… un momento sagrado. Lo mejor de lo mejor era que los incas fueren donde fuesen aprovechaban los conocimientos de los desgraciaos que caían bajo su poder, y hacían unas maquetas en piedra (litomaquetas) que ni con el lego, dibujando las montañas y las terrazas que luego construirían, para comprobar si el agua del deshielo regaría en el futuro todas esas terrazas aún no excavadas, ríete tú del Pocero.
Y de ahí, a Puno, a orillas del Titicaca, donde comienza el territorio aymara (casi nos linchan cuando nos vieron con nuestro forro polar Quechua de Decartón). Esta ciudad no es mu bonica, porque es como la caca del titi, pero lo disfrutamos, y también tomamos pisco sour. Seguimos disfrutando a tope (nunca como en Cusco, eso sí) de la relación entre comerciante o prestador de servicios local que no sabe echar las cuentas y turista y renunciamos a visitar las islas flotantes de totora, para ceder nuestro asiento en el barco a otros cientos de turistas. A cambio fuimos por la costa sur del lago hasta Pomata, un pueblo con una iglesia reconstruida por la Aecid (como todas las de la zona) y unas vistas al lago muy bonitas, y de ahí a Juli, que tiene otras cinco iglesiacas, pero que a pesar de ello pudimos disfrutar por coincidir la fiesta de San Bartolomé: como un carnaval con comida, cerveza y miiiles de personas subiendo a un monte a que les bauticen a ellos o a su coche, que una vez bautizao conducen –pedete muchos de ellos- a toda leche, se pegan un porrazo y entran así, directitos y por la puerta grande, al cielo. Cómo beben, y cómo conducen…. Esa experiencia estuvo muy chula, como podréis comprobar… (por cierto, ¿reconocéis al imbécil de la máscara? es fácil, todos los días lleva la misma ropa de siempre...):
En esta ruta pasamos por Ilave, un pueblecito tranquilo donde en 2004 diez mil habitantes lincharon hasta la muelte al alcalde y dos concejales (regidores). Podríamos aprender algo en España ¿no? Y con esto no queremos incitaros a la violencia, que aluego diréis “no señor jues, que fueron ellos los que nos dieron la ideaca de matar al alcalde cabrón, que empieza por Ga y acaba por llardón”… Aunque bueno, parece ser que los tipos eran inocentes de haber desviado fondos para la construcción de la carretera, y que todo fue orquestado por la oposición, como luego se comprobó. El caso es que los aymaras, cuando ya se cansan de rogar, pasan a la acción directa, y así, por ejemplo, en junio tuvieron bloqueados los accesos a Puno durante un tiempito, dejando la ciudad desabastecida, porque les estaban tocando los ovarios-cojones con las concesiones mineras a unos canadienses (luego flipamos nosotros con el 15M ¿verdad?).
Al día siguiente marchamos a la zona norte del lago, a la península de Capachica, y llegamos a Llanchón, un pueblito campesino tranquilo donde lo más destacado fue la pareja de vascos que andaban por allí con su perro y su coche, dando clases (?) en la escuela del pueblo.
Terminada la exploración puneña, tomamos rumbo a Cusco (no Cuzco), la distinción tiene sentido aunque no recordemos muy bien el porqué (algo así como que en quechua Qosqo es el nombre original –que significa ombligo, en plan “el ombligo del mundo”- y cuzco sería algo así como “perro”).
Qué contaros de esta grandiosa ciudad construida por los incas…. Resulta impresionante el modo en que encajaban enormes piedras, unas con otras a pelo, sin argamasa, para construir los muros.
Estos incas estaban hechos unos pirámides, como diría Perro Muchacho… (dentro de las teorías paranoicas sobre el origen de Machu Picchu hay una que dice que el creador de Machu Picchu era en realidad un muchacho (machu) perro (picchu) de origen extraterrestre ¿cómo os habéis quedao?).
Pues allá estuvimos un porrón de días, atrapaos en otra casona llamada Renacimiento. Cusco es el Disneylandia inca (definición de un tipo muy clarividente y muy salao que conocimos en un autobús, que también nos dejó esta: “Ollanta Humala es el Mickey Mouse del socialismo”), al menos en agosto, las calles están llenas de gente vendiendo u ofreciendo algo al turista, y se cobra pasta gansa por todo. Pero es precioso... y el barrio de San Blas se parece tanto a Granada…
Allí, el 29 de agosto, celebramos el 29 cumple de Carla, engullendo el jamón y el chorizo, la enésima tortilla de patatas que Mary hizo sin oponer resistencia y otras viandas, vinos, tarta, regalos… vamos, lo que es un cumpleaños de toda la vida. Mirad qué carica de felicidad…
Un ángel, ¿no? Nada que ver con la cara de chunga que se le quedó en Lima cuando vimos este peaso anuncio-cartel de un consierto del rey del tecno (parece ser que el tipo sigue vivo):
Visitamos Pisac, con sus hippies de ayahuasca y sus mercados, y vimos una celebración con medio pueblo vistiendo sus trajes y ornamentos. Fuimos a Tipón, donde los incas llevaban el agua en canales (esto no era muy especial, aunque sí comparado con los cochinos españoles que ni se lavaban, pero el entorno era bonito), y allí se daba la particularidad de que hablaban diversos idiomas:
Y de camino a Perro Muchacho fuimos a dormir en el tren gringo de taytantos dólares a Ollantaytambo…. Ese pueblo inca, el mejor conservado, quita el habla, las calles con sus muros incas, sus canalizaciones, las montañas, la antigua ciudad sagrada en lo alto…
Y de ahí al parque de atracciones de Perro Muchacho, que podréis conocer a través de multitud de otros blogs, webs, etc. Os dejamos alguna imagen, por si aún no os hacéis a la idea del lugar:
Seguimos en Cusco durante unos días, despedimos a superMary y la última noche nos bebimos cinco chilcanos de pisco para celebrar nuestra marcha de Perú, en un bar con música local. Ahora dicen los médicos que mi cerebro quizá no pueda recuperarse del daño sufrido tras escuchar durante horas y horas de autobús canciones de amor al estilo de acá.
Madre mía ¡vaya texto y vaya viajicos!
ResponderEliminar¿te has dejado las fotos perdidas o no las has subido? queremos testimonio gráfico, que tiene que ser todo de dejarte la boca abierta.
Ay ese jamón y compañía, q rico sabe lejos. Hasta te dan ganas de escuchar a Manolo Escobar.
Seguid pasándolo así de bien, guapetones
besos
Rosa
Ay... qué bien cuántas cosas nuevas!!! Este blog no me deja subiros fotos de nuestros restriegos en las piscinas...
ResponderEliminartengo una sganas de saber cómo os va por bolivia, cómo va el proyecto... ya contaréis cosicas... por aquí todo mu revuelto, hay que unirse, o petamos!!!!
Abrazo grande grande
Elvira